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Reducción de las desigualdades ¿Mide el índice de GINI el bienestar?

Nelson Morales
Jordalys Bastidas
Liliana  Marín

Los desequilibrios en la distribución de la riqueza incrementan las desigualdades en el mundo. La reducción de las desigualdades figura entre los objetivos del desarrollo sostenible que 193 naciones han firmado. Si bien en los últimos años se ha logrado que muchas personas hayan salido de la pobreza, la brecha entre países ricos y pobres se ha profundizado arrojando cifras que revelan poco avance en esta materia.

La desigualdad no se refiere únicamente a la distribución de la riqueza, sino al acceso a la educación, servicios de salud, oportunidades y micro-finanzas. Lo alarmante del asunto no es meramente una razón distributiva o económica, la cara de la desigualdad se ve cuando los países aseguran que “los niños pertenecientes al quintil más pobre tienen hasta tres veces más probabilidades de morir antes de cumplir los cinco años que aquellos de los quintiles más ricos”.

En ese sentido, la reducción de las desigualdades se hace un asunto de tratamiento urgente al ver que 5 compañías (Apple, Alphabet, Microsoft, Exxon Mobil y Facebook) en el 2015 y 2016 registraron más beneficios que 180 países juntos. O que 85 personas ostentan la misma riqueza que la mitad de la población mundial (3. 500 millones de habitantes).

Evidentemente las desigualdades entre países parecen insignificantes al ver las magnitudes entre personas. Ahora bien, ¿Será cierto que el hecho de que esos 85 individuos empujan la economía global y su ascenso significará en poco tiempo la salida de la pobreza del resto? Pues bien, al respecto, las Naciones Unidas opinan que “por encima de un determinado umbral, la desigualdad perjudica al crecimiento y la reducción de la pobreza, a la calidad de las relaciones en los ámbitos público y político de la vida, y al sentimiento de realización y autoestima de las personas”.

El reconocimiento de estos desequilibrios lógicamente no son bien vistos por la élite económica mundial. No obstante, hoy muchas más personas, organizaciones y países trabajan en pro de un mundo más justo y equitativo; estos han logrado que el décimo lugar de los objetivos del desarrollo sostenible esté dedicado al tema de la reducción de las desigualdades.

Entre las metas fijadas por la Organización de Naciones Unidas (ONU) se encuentran: para el 2030 que el 40% más pobre incremente sus ingresos, potenciar la inclusión social, económica y política de todas las personas y garantizar la igualdad de oportunidades.

Al respecto, los expertos en materia de desigualdades en las Naciones  Unidas, reconocieron  que las desigualdades “son elevadas y pueden constituir una amenaza para el desarrollo social y económico a largo plazo”. En especial en el continente Americano, donde se reporta el mayor grado de desigualdad en el planeta.


El continente más desigual

Desgraciadamente el continente americano tiene la particularidad de tener la brecha más amplia entre países ricos y países pobres, también entre personas ricas y pobres habitando zonas cercanas. Sin embargo, es importante mencionar que el África subsahariana, es más desigual que el continente Americano, pero por ser una región de un continente, la mayoría de las veces no se toma en cuenta.


Un punto muy importante es que en los últimos 15 años la pobreza en el continente ha descendido un 30% y aunque esto sea positivo para todos, los multimillonarios del sur de América han visto crecer sus ingresos 6 veces más rápido que el PIB de los países latinoamericanos. 

Otro dato interesante, en cuanto a la desproporción en la distribución de la riqueza en el continente es que el 10% de los individuos más ricos del continente ostentan el 71% de la riqueza total de la región.

Un precepto muy común se escucha es que “el que más tiene es porque más trabaja” y necesariamente no es así, a pesar del esfuerzo y el arduo trabajo de un individuo, la movilidad social en el continente no está garantizada con la facilidad que reportan otros países del mundo.

Otro fenómeno ampliamente registrado en las ciudades del continente es la “metro-polinización” es decir, el hecho de que en un mismo territorio geográfico el centro ocupe los lugares de desarrollo, infraestructura, inversión y educación; y las zonas periféricas se caractericen  por constituir cordones de miseria y marginalidad.

Si bien los líderes de la región están conscientes  de este hecho y lo manifiestan en las cumbres llevadas a cabo en distintas instancias, no hay una política masificada que busque reducir las desigualdades. Por el contrario, los mandatarios han decidido promover espacios de integración económica que favorezcan el comercio y la competencia, como lo es MERCOSUR.

En ese sentido, las perspectivas del continente americano, en cuanto a dejar de ser el espacio más desigual del planeta, no son prometedoras.

Venezuela y la reducción de las desigualdades

La mayoría de las organizaciones financieras y económicas en el mundo prefieren no incluir a Venezuela en sus estudios debido a la distorsión en materia cambiaría y el manejo de datos macro-económicos. Sin embargo, intentaremos  hacer una aproximación al problema de la desigualdad en el país teniendo en cuenta los criterios más fuertes al respecto.


Al hablar de Venezuela es necesario diferenciar  entre el periodo de la administración del presidente Chávez y la actual administración del presidente Maduro. La primera se caracterizó, en materia económica por llevar cierto orden que permitía comparar con otros países en diversos indicadores, la segunda  es mucho más compleja de evaluar por la división del tipo cambio, el control de precios, la escasez y el ocultamiento de datos macroeconómicos.

El indicador que generalmente se usa para medir la desigualdad de ingresos en la región y en Venezuela es el índice de GINI, un indicador que varía de 0 a 1 y donde, los países más cercanos a 0 son los que mejor distribuyen la riqueza y los que se aproximan a 1, los que la distribuyen de forma más injusta.

Durante el periodo del presidente Chávez, Venezuela se mantuvo el primer lugar del continente en el índice de Gini, siendo el país que mejor distribuía la  riqueza. Indudablemente esos años estuvieron marcados por los altos precios del petróleo. Para el 2017, sigue ocupando el primer lugar según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe  (CEPAL) “Venezuela -igual que en 2012-, se ubica entre los países con el mayor nivel de igualdad en la región junto a Uruguay y Argentina, con un valor promedio del coeficiente de Gini de aproximadamente un 0,4”.

No obstante, para  Luis Pedro España, profesor de la UCAB y sociólogo “la desigualdad en Venezuela,medida en términos de ingresos por el índice de Gini, está creciendo a pesar de la crisis económica y que eso indica que existe un grupo muy pequeño de venezolanos que vive de los dólares subsidiados”.

Así mismo, España divulgó que en un estudio llevado a cabo por la UCV, UCAB y USB, se determinó quela que la pobreza, medida en términos de ingresos, alcanzó el 84,6% de los hogares del país”. Esto tomando en cuenta la tasa en ingresos basada en el mercado negro. Ahora bien, esta tasa está penada por la ley de ilícitos cambiarios y por ello, los datos oficiales reflejan otra realidad.

Por su parte, el Ex vicepresidente del área social, Héctor Rodríguez,  destacó que “Con un índice de GINI de 0,390, Venezuela es un país cada vez menos desigual”, También enfatizó que en los últimos 15 años esto ha sido posible gracias a una inversión social de 623 mil 580 millones de dólares.

Por ello al principio mencionamos la complejidad de medir estos datos en Venezuela. Dónde si bien es difícil adquirir divisas corrientemente, los servicios públicos y parte de los alimentos son subsidiados por el Estado a un “dólar barato”.

Este financiamiento indirecto en dólares no abarca las necesidades de divisas del total de la población por dos razones fundamentales. La primera que es Estado ha reducido dramáticamente la emisión de divisas al sector importador y la segunda que la tasa de convertibilidad  fijada por el ejecutivo está por debajo de lo que establece el mercado.

En consecuencia, la reducción de la desigualdad en Venezuela está en entredicho por las distorsiones a nivel económico que no permiten tener un panorama claro de lo que sucede en materia de reducción de la desigualdad.


El índice de GINI como indicador de bienestar

La experiencia en materia económica ha demostrado que muchos indicadores son insuficientes para revelar qué tan bien vive una sociedad. Es decir, el hecho de que un país tenga un creciente PIB, una inflación baja o un buen índice de GINI; no quiere decir en términos prácticos que sus habitantes gocen de un bienestar pleno.

El ejemplo más evidente que tenemos es México, cuya economía  crece alrededor de 3% cada año y sus cifras macro-económicas son relevantes en el continente, pero contradictoriamente la brecha entre ricos y pobres es cada vez mayor y la pobreza extrema alcanza un rango del 8% de la población.

Entre los países que según el índice de GINI reportan cifras alarmantes de desigualdad están Honduras, Colombia, Panamá y Chile. Al otro lado de la acera se encuentran Venezuela, Argentina y Uruguay.

En ese sentido, el índice de GINI solamente mide el nivel de ingresos de la población con respecto a la riqueza generada. Se supone que los países que mejor índice de GINI reportan deberían ser los países con poblaciones menos desigualdad. Pero, específicamente en el casi venezolano, sería reduccionista aseverar que la distribución de la riqueza tiene que ver directamente con la crisis, al existir otros factores de mayor peso como los bajos precios del petróleo, el control cambiario, el control de precios y los impases con el sector privado.
Te puede interesar: Infografía sobre la reducción de las desigualdades

De esta forma el indicador de GINI es solamente una forma de medir la distribución de los ingresos en una sociedad, pero es insuficiente para determinar si esa distribución significa directamente que esa sociedad vive mejor.








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